Prepárate para el frío, porque se acerca el otoño y el invierno y con ellos las bajas temperaturas; frío, lluvia, aire y puede que hasta nieve. Todos ellos factores que junto con los cambios bruscos de temperatura (que son muy comunes tanto en invierno como en verano), nos predisponen a distintas infecciones respiratorias, catarros, gripe, alteraciones en la piel y más cambios en nuestro organismo.
Además pasamos más tiempo en recintos cerrados con nuestros compañeros de trabajo, amigos y familiares, aumentando el riesgo de contagio, sobre todo en grupos vulnerables como pueden ser las personas mayores y los niños.
También conviene tener presente que hay más riesgo de caídas y que el frío puede afectar a huesos y articulaciones.
Cambios... en nuestro organismo
Con la llegada del frío nuestro cuerpo queda expuesto a un entorno más hostil volviéndose más sensible, pudiendo sufrir cambios metabólicos, fisiológicos y emocionales.
Nuestro metabolismo se acelerará un poco, ya que el cuerpo aumentará las contracciones musculares para mantener la temperatura correcta (36º C / 37º C) provocando un mayor esfuerzo y generando un incremento del hambre para que comamos más y compensar el mayor gasto de energía.
Físicamente podemos sufrir labios agrietados, dolor articular, piel seca y distintos tipos de infecciones; resfriados, gripes...
Emocionalmente pueden darse episodios de tristeza, melancolía, cambios de humor y depresión. Esto puede ocurrir porque en algunas personas, los días más cortos, fríos y grises provocan sensación de angustia y ganas de buscar refugio, potenciando la falta de energía y el mal humor. El cambio de estación es una de las razones de aparición de depresiones incluso existe un nombre para este problema: Trastorno Afectivo Estacional.
Una forma de combatir los cambios emocionales es a través de la práctica de ejercicio físico, el cuál, además de todos los beneficios físicos, está probado ser fundamental para mejorar el humor.
Las recomendaciones propias de la época de frío para combatir estos cambios son lógicas y evidentes, aunque luego hagamos caso omiso de ellas... Es importante llevar una buena dieta, hidratarse correctamente y practicar ejercicio de forma regular y con precaución, pero la suplementación también puede proporcionarte diversos beneficios, tanto para prevenir como para aliviar los problemas estacionales.
Algo tan simple como lavarse las manos con mas frecuencia prevendrá infecciones, ya que los virus y bacterias aumentan su presencia y como hemos visto, nuestro organismo es más propenso a su acción. Debemos ventilar los espacios cerrados a menudo, especialmente dormitorios y salón. Vestir adecuadamente protegiendo de manera especial la cabeza, cuello y pies.
Si sufres algún tipo de alergia no descuides el tratamiento, ya que al tener las vías respiratorias inflamadas serás presa fácil de virus y bacterias.
Alimentación
Hoy en día, para la mayoría de nosotros, en época de frio, no es necesario comer más para mantener el calor corporal. En otros tiempos donde el trabajo a la intemperie era algo común si estaba justificado, pero ahora tenemos calefacción y vestimentas adecuadas que descartan la temperatura como factor relevante a la hora de elegir los alimentos y la cantidad.
Además, con el frío, en la mayoría de los casos la actividad física se reduce, por lo que debemos controlar la ingesta de calorías; menos gasto, menos calorías. Ya no vale el, "me como otro plato de cocido porque hace frío".
Elegir aquellos platos y alimentos que nos ayuden, como las sopas y caldos, que son un primer plato inmejorable, que nos calientan y nos mantienen hidratados. También tenemos a nuestra disposición para aderezar los platos las especias, las hierbas ligeramente picantes y productos como el ajo, rábano picante y la cebolla, de probada capacidad antibacteriana.
En cuanto a las bebidas es recomendable el té verde, que es una buena forma de mantenernos calientes y sanos a la vez. El té verde casa perfectamente con el invierno ya que es rico en polifenoles, especialmente en catequinas, que reducen el apetito, la grasa corporal y además fortalecen el sistema inmune. Además es rico en cafeína, que no ayudará a potenciar los niveles de energía.
Suplementos
No hay una fórmula mágica que permita que nuestro sistema inmune esté en óptimas condiciones, sino que es una serie de medidas que pueden fortalecerlo y en su conjunto nos permiten mantenernos saludables.
Algunos ejemplos de suplementos, que debido a sus características, son de una gran ayuda en esta época del año:
Vitamina A
Está entre las TOP del invierno. La vitamina A es un potente antioxidante para reforzar las defensas y ayudar a la cicatrización de la piel.
La encontrarás en alimentos como las zanahorias, la calabaza, el mango, el brócoli y las espinacas.
Vitamina D
La vitamina D es una de las vitaminas más importantes que nuestro cuerpo necesita para asegurar su correcto funcionamiento. Especialmente relevante a la hora de mantener el sistema inmune sano, su importancia aumenta en épocas de frio. Su deficiencia se produce especialmente en personas con la piel más oscura (cuya pigmentación reduce la producción de vitamina D) y personas que no tiene mucha exposición al sol.
La encontrarás mayor medida en pescados grasos como la trucha, el salmón, el atún y la caballa. Y en menor medida la tienes en el hígado de vacuno, la yema de huevo y el queso.
Vitamina C
La vitamina C es quizá la primera que nos viene a la cabeza cuando nos hablan de vitaminas en tiempo de frio. Una de las principales razones es su capacidad para reforzar el sistema inmune previniendo infecciones entre otras muchas funciones como rejuvenecer la piel, la absorción del hierro, formación de colágeno, antioxidante y, algo importante con el frio, ayuda a reducir la sensación de cansancio y fatiga. Además, influyen en nuestra función mental, ya que contribuye a un normal funcionamiento de los sistemas nervioso y psicológico.
Los humanos y los conejillos de indias son los únicos mamíferos que no pueden sintetizar la vitamina C, por lo que se debe aportar a través de la alimentación.
La encontrarás en cítricos, kiwis, fresas, brócoli, pimientos rojos, perejil, patatas...
Colágeno
En un ambiente frio los tejidos de las articulaciones (caderas, rodillas...) pueden llegar a contraerse afectando a los nervios de la zona y produciendo dolor. El colágeno ayuda a dar firmeza a los tejidos de nuestro cuerpo, no solo a los tejidos de las articulaciones, si no también al la piel, protegiendo el cartílago y dando más densidad ósea, lo cual ayuda a minimizar el dolor.
Lo encontrarás en carnes magras, pescados, huevos, productos lácteos, fresas, pimientos, espinacas...
Triptófano
El triptófano es un aminoácido esencial (se obtiene a través de los alimentos) necesario para producir serotonina, que es un neurotransmisor que nos proporciona sensación de bienestar. Suplementarse con triptófano vendrá bien a aquellas personas que el frio y la falta de luz les afecta especialmente generándoles depresiones, ansiedad, decaimiento del ánimo y episodios de hambre incontrolada, el triptófano (aminoácido esencial).
Equinácea
La equinácea es un género de plantas con flores, nativa de América del Norte, usada por las culturas indígenas durante siglos en su medicina tradicional. Ha demostrado ser eficaz contra el resfriado común, la gripe, el herpes y las infecciones urogenitales. Gran parte de su eficacia antibacteriana es debida a su contenido de equinacósido, un fenol natural derivado del ácido cafeico. Este efecto se ha observado en infecciones bacterianas tanto internas como externas.
Propólis
Es un gran antibiótico natural que ayuda a combatir todo tipo de infecciones, ya sean víricas, bacterianas o por hongos. Te ayudará, sobre todo, a cuidar y proteger tu garganta. Es un material similar a la resina. Fabricado por las abejas para construir sus colmenas a partir de las yemas de los álamos y árboles conos.
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